Sobre Nosotros
Somos Claudia y André y juntos, creamos Cozy Leaf para nuestro hijo, Xavier.
Aunque gran parte de nuestro trabajo lo hacemos juntos, Claudia es la creativa y André el soñador y emprendedor.

Claudia tiene formación en Biología y Artes Plásticas, y su formación reflejó el entorno donde creció, con padres artistas en una pequeña ciudad rodeada de hermosos paisajes y mucha naturaleza. Se fue de su tierra natal para estudiar y ganar experiencia y, casi 10 años después, regresó al lugar donde creció. Aquí, ella busca vivir una vida más plena mientras trabaja en proyectos de arte y diseño que la apasionan y la hacen sentir viva. El nacimiento de Xavier la hizo sentirse más capaz y con más ganas de seguir sus sueños.
André es un emprendedor. Estudió marketing y siempre soñó con crear cosas nuevas. Desde joven, estuvo enamorado de la tierra natal de sus padres (y de Claudia), a pesar de no vivir allí. Cuando surgió la oportunidad, fue en esta ciudad en medio de la naturaleza donde creó un restaurante, al cual aún se dedica con amor. Fue allí donde conoció a Claudia, donde viven con Xavier y donde sueñan con hacer cosas bonitas.
Juntos, creemos en la belleza de las cosas simples, nos gusta disfrutar y cuidar de la naturaleza, crear cosas con nuestras manos y encontrar maneras de hacer la vida más bonita, simple y feliz.
Cozy Leaf
Cozy Leaf refleja quiénes somos como personas y como familia. Nos inspira la naturaleza e intentamos vivir de manera sencilla, práctica y plena.
Cozy Leaf surgió mientras preparábamos nuestra casa para nuestro primer hijo. Nos dimos cuenta de que existen muchos productos para bebés y que casi todos tienen un tiempo de uso corto. Queríamos, por tanto, simplificar y ser menos consumistas, por nuestra casa, nuestra mente y el planeta.
Seleccionamos objetos que realmente eran necesarios y, siempre que fue posible, evolutivos o cuya función pudiera transformarse y servir para otra cosa.
En este proceso surgió la idea de nuestro nido y babylounger. Queríamos un nido que abrazara al bebé desde su nacimiento y que se adaptara a su crecimiento, que fuera un lugar de interacción y comodidad, respetando su seguridad y anatomía. Que fuera móvil y práctico de transportar para poder llevarlo a cualquier lugar y que fuera una pieza bonita para tener en casa y formar parte del crecimiento de los pequeños, que luego puede evolucionar a un cojín de juegos, aumentando, por su forma de hoja, la conexión de los niños con la naturaleza.
Como pieza decorativa, también nos transmite, como adultos, sensaciones y emociones ligadas al mundo natural, como la necesidad de desacelerar y vivir cada momento plenamente.
Nuestras otras piezas siguen la misma línea de pensamiento. Incluso productos que no tienen tantas funciones como el babylounger, son piezas versátiles, originales, que buscan traer más conexión con la naturaleza y con las cosas simples de la vida.
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